Libro De Los Cambios - I Ching.
Introducción, notas y traducción de Carmelo Elorduy
Editora Nacional
Biblioteca de la Literatura y el Pensamiento Universales. Madrid. 1983
Biblioteca de la Literatura y el Pensamiento Universales. Madrid. 1983
313 páginas
EL TRADUCTOR
Carmelo Elorduy, S. J.
Carmelo Elorduy fue a China por primera vez en 1923 para estudiar chino y allí permaneció varios años, hasta 1929, y regresó a España; cuando volvió a partir camino de China, en 1934, era ya miembro de la Compañía de Jesús, doctor en Filosofía y doctor en Teología. Desde dicho año permaneció en China hasta que, en 1955, seis años después de que Mao Tse Tung proclamara la República Popular, se trasladó a Taiwán, isla a la que habían huido los seguidores anticomunistas vencidos por la Revolución Maoísta. Y fue en Taiwán donde desarrolló una muy prolífica actividad tanto docente como traductora.
Sus traducciones fueron pioneras y casi siempre de textos íntegros, no de antologías. Se circunscribió a la traducción de clásicos de la filosofía china antigua, con una excepción (el Cancionero chino). Se dedicó con especial atención al taoísmo, y, así, tradujo La gnosis taoísta del Tao Te Ching1, que presenta una traducción del libro del maestro Laozi, precedida por unos extensos análisis escritos por Eleuterio y Carmelo Elorduy cuyo objetivo es comparar el pensamiento de Laozi con el estoicismo y la filosofía gnóstica desde un punto de vista ecuménico.
Luego publicaría Lao Tse / Chuang Tzu. Dos grandes maestros del taoísmo, donde encontramos las dos primeras y muy encomiables traducciones íntegras y directas al castellano de los dos libros fundamentales de la filosofía taoísta, poético el primero y narrativo el segundo. Los libros que aquí traduce el padre Elorduy son Daode jing (cuyo título él vierte así: Tao Te Ching) y Zhuangzi (Chuang-Tsé).
El primero, como ya sabemos, consiste en ochenta y un poemas, mientras que el segundo es un cúmulo de anécdotas, relatos e historias de que se sirve el autor, el maestro Zhuang, para transmitir su originalísimo pensamiento. Arropó la traducción con un largo prólogo y un extenso epílogo titulado «Sesenta y cuatro conceptos de la ideología taoísta de Lao Tse y Chuang Tzu». Si algo caracteriza estos estudios es un exclusivo interés en las ideas de los filósofos y una tendencia a comparar dichas ideas con el pensamiento filosófico occidental.
Más adelante, la importancia del Tao Te Ching movería a un editor a publicarlo independientemente, es decir, separado de la traducción de Chuang Tzu, y con algunas variaciones respecto a la citada edición, a saber, el libro aparece en edición bilingüe, con transcripción china en pinyin, con enmiendas mínimas en la traducción misma de los textos, con un pequeño vocabulario chino-español de todos los términos que aparecen en el Tao Te Ching y con un índice de materias muy útil para la búsqueda de conceptos; además, el prólogo no es el que escribiera el padre Elorduy, sino otro, de Manuel Garrido, y el estudio final del libro, «Análisis del Tao Te Ching», firmado por Carmelo Elorduy, es el resumen que hiciera el padre Eusebio Gil de los dos estudios del padre Elorduy que abrían y cerraban Dos grandes maestros del taoísmo.
En conclusión, la traducción que hiciera el padre Carmelo Elorduy de los dos grandes clásicos del taoísmo es fiel reflejo de la intención del traductor de transmitir ideas, contenidos, más que formas poéticas de expresar ideas, y permitió al lector hispanohablante, por fin, leer en su propia lengua una traducción pionera, ardua como pocas y reflejo de su tiempo y de la mentalidad de un traductor filósofo.
La siguiente traducción que publicó el padre Elorduy aparecería en 1983 y sería la del que es, sin lugar a dudas, el libro más importante de la civilización china. Nos estamos refiriendo a Zhouyi, también titulado Yijing, que él tradujo por El libro de los cambios. Una vez más, la traducción no viene sola, sino con una introducción y una gran cantidad de comentarios del traductor a cada capítulo. En este caso, el padre Elorduy no traza paralelismos entre los contenidos del libro que traduce con formas de pensamiento occidentales.
Un año después saldría su obra, premiada con el Premio Nacional de Traducción de España, Cancionero chino, a la que ya nos hemos referido más extensamente y de la que sólo nos gustaría recordar aquí que es una monumental obra de poesía popular y culta de los albores no ya de China, sino de la humanidad, cuyos poemas debieron componerse entre el año 1000 y el 600 a. n. e.
La última gran traducción de C. Elorduy fue publicada en 1987; se titulaba Mo Ti, la política del amor universal y constituye una antología de Mozi, que es el título chino de la obra de uno de los filósofos más destacados y seguidos por el pueblo llano de la China antigua, el maestro Mo.
El maestro Mo vivió en tiempos de Confucio y propugnaba una filosofía muy distinta de la de este, así como muy distinta de la de los taoístas. Uno de los aspectos de la filosofía del maestro Mo que más patente ha quedado por la traducción del padre Elorduy no es otro que el que da título al libro: la tesis de que los hombres deben ayudarse entre sí, idea muy acorde con la fe que profesaba el traductor. No obstante, sostener que lo esencial y central de la filosofía del maestro Mo consistía en esta suerte de «amor al prójimo» sería reducir injustamente - y mucho - la riqueza y la variedad de las reflexiones del filósofo en cuestión. Uno de los aspectos más importantes de su pensamiento, que quedó fuera de la traducción, está recogido en los capítulos dedicados a la lógica, aún por traducir al castellano.
En conclusión, Carmelo Elorduy merece ser considerado uno de los grandes traductores del chino al castellano por lo que hay en él de pionero y de iniciador de una fructífera corriente de traducciones: las traducciones directas de filosofía china antigua. Hasta él, no existían en castellano textos fundamentales para poder comprender un poco más la variada civilización China. Intentó que los libros que traducía se comprendieran, prestando atención más a la comunicación de los contenidos, que a la forma de expresarse dichos contenidos y trató de relacionar algunos aspectos del pensamiento chino con la filosofía occidental. Si su forma de traducir, especialmente la filosofía taoísta, recuerda a algún traductor precedente, este es fray Domingo Fernández de Navarrete.